Un momento preciso para detenernos a leer la Palabra de Vida de Octubre. Como ya es costumbre, gracias al Movimiento de los Focolares por compartirla. Es un mensaje hermoso y sobretodo esperanzador en estos tiempos que corren.
“Gracias a la constancia salvarán sus vidas” (Lc, 21, 19)
Octubre de 2009 - El desafío de amar siempre
[...]
“Constancia”. Ésta la traducción de la palabra original griega, que es rica en contenido. Incluye también paciencia, perseverancia, resistencia, confianza.
La constancia es necesaria e indispensable cuando sufrimos, cuando somos tentados, cuando somos proclives a desanimarnos, cuando somos atraídos por las seducciones del mundo, cuando somos perseguidos.
Pienso que tú también te has encontrado, al menos, en una de estas circunstancias y has experimentado que, sin constancia, podrías haber sucumbido. A veces quizás has cedido. Ahora tal vez, justamente en este momento, te encuentras inmerso en alguna de estas dolorosas situaciones.
Y bien, ¿qué hacer? Recomienza y... persevera. De otro modo, no puedes llamarte “cristiano”. Lo sabes: quien quiere seguir a Cristo tiene que tomar cada día su cruz, debe amar, al menos con la voluntad, el dolor. La vocación cristiana es una vocación a la constancia. Pablo, el Apóstol, muestra a la comunidad su perseverancia como signo de autenticidad cristiana. Y no duda ubicarla en el plano de los milagros. Si además se ama la cruz y se persevera, se podrá seguir a Cristo que está en el cielo y, por lo tanto, salvarse.
“Gracias a la constancia salvarán sus vidas”.
Se pueden distinguir dos categorías de personas: las que sienten la invitación a ser verdaderos cristianos, pero esta invitación cae en sus almas como la semilla sobre el pedregullo. Mucho entusiasmo, como fuego de paja, y después no queda nada.
Las segundas, en cambio, reciben la invitación, como un buen terreno recibe la semilla. Y la vida cristiana germina, crece, supera dificultades, resiste a las tormentas. Éstas tienen constancia y... “gracias a la constancia salvarán sus vidas”.
Naturalmente, si quieres perseverar no te bastará apoyarte sólo en tus fuerzas. Te hará falta la ayuda de Dios. Pablo llama a Dios: “El Dios de la constancia”.
Es a Él, entonces, que tienes que pedirla y Él te la dará. Porque si eres cristiano no te puede bastar el haber sido bautizado o alguna esporádica práctica de culto y de caridad. Te hará falta crecer como cristiano. Y todo crecimiento, en campo espiritual, no puede acontecer si no en medio de las pruebas, los dolores, los obstáculos, las batallas.
Hay quien sabe ser constante de verdad: es el que ama. El amor no ve obstáculos, no ve dificultades, no ve sacrificios. Y la constancia es el amor probado.
[...]
María es la mujer de la constancia. Pide a Dios que te encienda en el corazón el amor por Él; y la constancia, en todas las dificultades de la vida, te llegará como consecuencia, y con ésta habrás salvado tu alma.
“Gracias a la constancia salvarán sus vidas”.
Pero hay más. La constancia es contagiosa. Quien es constante da ánimo también a los demás para seguir hasta el final.
[...] Apuntemos alto. Tenemos una vida sola y es también breve. Apretemos los dientes día tras día, afrontemos una dificultad tras de la otra para seguir a Cristo... y salvaremos nuestras almas.
Chiara Lubich
Palavra de vida publicada por primera vez en junio de 1979.
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